sábado, 8 de septiembre de 2012

La terrible oralidad


El trabajo había dado sus frutos. Una sala llena de gente que venía a adquirir su nuevo libro, o al menos, eso quería pensar para dar la espalda ante el posible escenario de que toda la gente ahí reunida había terminado sentada esperándolo por mera casualidad, al perderse en esa librería del centro.

Saludó a viejos amigos, a viejos conocidos y viejos que no conocía. Sus ojos tristes eran el centro de atención. Después de terminar con las formalidades, se sentó en la mesa de debate; tres acompañantes - ¿o competidores? – hablarían de su libro.

El autor en cuestión comenzó a hablar. Mientras las palabras se deslizaban flemáticamente de su lengua, se arrepintió de no haber contratado a un maestro de ceremonias barato; ahora él presentaba a sus propios críticos  y contaba el propósito de la reunión. Qué egocéntrico le pareció a sí mismo.

Presentó a los que hablarían sobre sus creaciones, sus amigos, quienes dejaron de serlo en ese momento y se volvieron sus verdugos. Él, se hundió en la silla eléctrica y dejó de escuchar lo que decían.

Oyó un par de risas al principio entre el público mientras el primer literato leía sus apuntes. Luego, un silencio sepulcral; casi detecta los ronquidos al final de la sala. Una parte de él se lamentaba de que la gente no entendiera la importancia de la crítica. Su parte falsa. Muy en el interior estaba igual de aburrido, sus cuentos no querían presentación, eran maleducados y se querían colar en la mente de los lectores a como diera lugar. “No hay nada más aburrido que la literatura que habla de literatura” pensó.  Él no podría decir eso abiertamente en público, no cuando se es maestro en letras al menos.

El siguiente crítico dijo que sería breve, y como buen literato que no entiende de extensiones, su plática fue tan breve como una obra de Proust. Los espectadores  se ponían nerviosos, acomodándose en la silla; algunos también entraban en el juego de hacerse los interesantes y ponían atención. “¿Para qué rayos servía la crítica si uno no ha leído la obra?” se quejó por dentro el escritor, pues supuso que el público no habría leído ninguno de sus nuevos cuentos.

Llegó el turno de su última compañera. Ella no leyó y más bien hizo labor de ventas. Le dio asco. Eran literatos todos ellos, no vendedores. Por algo los “best-sellers” son consumidos ávidamente. Y ésa es la cuestión de los que son – o se creen – literatos: venderse es dejar de hacer arte.

“¿Hago arte o sólo quiero unas migas más de pan?”. Él tenía que ser un artista: serio, pensativo y melancólico. ¡Sus cuentos eran obras nacidas por inspiración bohemia! Además, él también seguía la línea natural de la crítica contemporánea al escribir, escribía para escritores, ni para él mismo ni para un lector. Su inspiración cuando redactaba, era tamizaba a través de publicaciones de literatura primero, lo suyo, claro que era arte; ¡seguro que sí! De pronto, entre sus divagaciones, se percató de que la gente lo miraba, harta. Descubrió los ojos severos de sus compañeros, recriminando su silencio. Era su turno, su cierre magnífico.

Decidió leer un fragmento de su cuento favorito. Explicó como se le había ocurrido el tema central y sus manos empezaron a sudar al ver tantas cejas levantadas, tantos jueces… tantos oyentes. Empezó a leer; las comas le parecieron baches en el camino, y los puntos, muros que había que escalar para caer abruptamente en conjunciones vacías y preposiciones puntiagudas. Se perdió en su propio laberinto de frases, necesitaba salir, respirar, y saltaba la puntuación como si de un obstáculo se tratase. Las palabras salían con dificultad, escupidas y a medias; su voz académica resonaba en las paredes, pero se quedaba hundida en ellas, sin personalidad. Y es que en la pluma encontraba un refugio siempre, un refugio que evitaba mostrar su terrible oralidad. Terminó chocando contra el punto final, que se clavó en él cual puñal asesino. Esperaba aplausos al término del fragmento; sin embargo, la audiencia apenas se enteró de que se había acabado la tarde tediosa de lectura.

Pidió preguntas y críticas al público. No le importaban los comentarios, pero sí el interés en su obra. Nadie se atrevió a decir nada, excepto un aficionado que dijo que sus cuentos se “sentían”. Agradeció el halago y la gente se levantó primero buscando las bebidas de cortesía, y más tarde los libros que el autor firmaría y que se quedarían en un buró o un librero, nunca en la mente de algún lector.

El escritor firmó y firmó libros. No pensaba. Sólo recordaba su fragmento roto por la inútil voz que se le había concedido. Como escritor, era pésimo lector.

Guinevere McNamara


domingo, 1 de julio de 2012

Visión de una simple ciudadana indecisa



Estamos a unas pocas horas de que empiece uno de los procesos más importantes en nuestro país: elecciones presidenciales, de diputados y senadores.

Muchas personas me han preguntado en repetidas ocasiones por quién voy a votar. Mi respuesta era siempre la misma: no tengo idea.

No es precisamente un secreto: no soy de izquierdas; lo hice público en Facebook al afirmar que mi ideología política era centro derecha, o derecha moderada. Hace unos meses cambié esta sección de mi perfil por "apartidista". El tener como ideología la derecha, hace pensar a más de uno que soy panista. De ninguna manera.

No creo en ningún partido político en el país porque cada uno de éstos varias veces ha demostrado un interés descarado - casi insultante - por el poder y su propio beneficio. Desde mi punto de vista, las ideologías deberían crear propuestas para el pueblo, desde una visión específica de la política; algo utópico en el país. Los partidos no hacen eso.

Por un lado, se presenta el PRI. Quien durante años robó dinero por debajo de la mesa, mandó asesinar estudiantes, obligó a rendirle pleitesía al presidente y alimentó la cadena de corrupción que hoy reina en México. Por supuesto, tomé clases de historia: no le tengo resentimiento a cualquier ser que haya sido priista, porque fue el primer partido político que hubo en el país y por azares del destino en los que no pienso profundizar nadie pudo crear un partido que se le enfrentara. Su candidato me parece una simple marioneta. ¿Beneficios al votar por él? Sabe como tratar con el narco, con la desventaja de más robos, entre otras cosas de las que se pueden enterar en cualquier red social. Son especialmente agresivas contra Peña.

El PAN ha tenido sus aciertos en materia económica al ahorrar dinero y así, evitar que la situación en Estados Unidos y Europa nos lleve a la perdición. Macroeconómicamente, la cosa no está tan mal. Sin embargo, considero que su política en el ámbito de seguridad es espantosa y mal planeada. La guerra contra el narco es una guerra perdida, fin del asunto. Su candidata ha tenido una campaña desastrosa. No sé cómo pudo contratar asesores tan malos. Jamás me había sentido avergonzada de ser mujer, hasta que "ella" apareció. La desprecio por lo que desea representar, y la desprecio por su guerra sucia. Sí, guerra sucia. Miles de anuncios en la televisión que no dan propuestas concretas, pero que señalan a uno u otro candidato. Y se quejan de lo que hace el PRD. Eso sí, votar por ella - creo yo - no implica demasiados riesgos: las cosas seguirán como hasta ahora. Con sus pros y contras.

Por último, el "bendito" PRD. Curiosamente, la mayoría
 de mis contactos en Facebook  (y en la Uni) están a favor de AMLO. No tengo nada en contra de ello. Es el candidato de los jóvenes, con una campaña impresionante. No creo en su supuesta honestidad porque tengo en mis haberes un evento personal referente a esto. No creo que él o algún político de verdad sea honesto. Por otra parte, aún no me quedan claras sus estrategias en materia de seguridad. No creo que sea un arremedo de Hugo Chávez, mas sí creo que es una persona que no me cae muy bien (pero no voto por miss simpatías) y que tiende a ser visceral: algo encantador para las masas. Lo que lo salva, es su gabinete; habrá que reflexionar si sus propuestas en materia económica lograrán ser realizadas. Deseo también señalar algo que a muchos no les va a gustar y voy a ser franca, no pretendo ofender a nadie: muchos en mi generación que creen que es la única salida, confían demasiado en la estabilidad de la economía paterna. Hijos de papi que andan en BMWs, pero que eso sí ¡votaran por la izquierda! (más de uno, con pretexto de que Peña es una mierda. Como dice twitter. Razones profundas, no tienen) En realidad, critico el voto de éstos, que no piensan más allá.

Y crítico este proceder con cualquier candidato. Me encanta ver a compañeros míos que son 132 conscientes y con argumentos, que están comprometidos con una causa no sólo política sino social; que no están obsesionados con alguien. Pero detesto que haya gente que vote "porque le late" cierta persona.

Cada candidato tiene propuestas interesantes. Pero lamentablemente cuando uno de ellos llegue a la silla, para realizarlas necesitará la aprobación del poder legislativo. Por ejemplo, AMLO propone rebajarle el sueldo a los altos funcionaros, Chepina piensa quitarle el fuero a algunos políticos, Peña piensa hacer reformas en algunos ámbitos: ¡cool! ¿en verdad piensan que el senado aprobará eso? Aceptémoslo, la gente no toma en serio las diputaciones o senadurías, cuando son todavía más importantes que el presidente - a mi parecer-.

México no tiene una democracia. Las candidaturas ciudadanas estadísticamente no existen, los partidos políticos pequeños sacan lana a costa de los ciudadanos y los grandes partidos ven por sus intereses.

Esta nota es sólo para dar mi opinión (superficial, sin meterme en propuestas de fondo) sobre las elecciones. Me gustaría que los comentarios no se tornaran una discusión sin sustento o un fanatismo enfermizo. Pero ustedes, como yo, pueden escribir lo que les venga en gana. Porque sé que entre los etiquetados hay perredistas, panistas y priistas que lo aceptan abiertamente. Respeto su decisión.

A estas alturas, claro que sé lo qué haré con mi voto. Y obviamente, no pienso decirlo. El voto es libre y secreto.
Me permito citar sabiduría tüitera:
"Da asco ser un político, pero más asco da creer en uno. "

Guinevere Mc Namara

martes, 27 de diciembre de 2011

Reflejos de mexicanos




Hace tiempo que no escribo nada por aquí, por lo que he decidido copiar (editando un par de cosas) un escrito que se me ocurrió hoy, mismo que publiqué en cierta red social. Normalmente escribo cosas más extensas, pero necesito desahogar mis frustraciones políticas. 

En los últimos días han aparecido infinidad de videos, tweets e imágenes relacionados con los traspiés de Enrique Peña Nieto, único pre-candidato a la presidencia como representante del Partido Revolucionario Institucional. ¿Y saben algo? Ya vimos que éste es ignorante, intolerante y convenenciero: que si no lee, que si no es señora de la casa, que si educa mal a sus vástagos, que si mató a su esposa, que si necesita estudiar inglés, que si está en contra de las minorías... Pero me toca protestar:

Una y otra vez salen videos en contra de este candidato, desmeritando su pre-campaña ¡qué bueno! está bien que haya participación. Lo que me causa tristeza es que pocas personas han publicado videos con posibles propuestas de pre-candidatos, de hecho, sólo hay videos con propuestas de un candidato. 

Así que ahora sólo veo dos posibilidades: O de plano estamos mal nosotros, la población, que sólo vemos la piedrita en el arroz, o bien, no hay candidatos que valgan la pena. No hay verdaderas propuestas...

He escuchado quejar por doquier contra los tres partidos y sólo puedo pensar... ¿cuál de los que están compitiendo es "el menos peor"?
¿El de la república amorosa, que hace cualquier cosa menos dar ejemplos de cómo amar? ¿la que se cree del sexo fuerte, misma que lo ha repetido tantas veces que corrobora su falta de confianza en sus habilidades políticas, porque cree que su género le ganará la campaña? ¿El que "lo intenta por última vez", porque se le van las oportunidades y en cuyos spots está tan tieso por no cometer errores, que ni parece natural el pobre hombre? ¿o mejor, el que es secretario de nuestras finanzas, y no entiende la realidad de la micro-economía mexicana?

No veo para qué quejarse de un sólo candidato, cuando habría que ponerse a pensar cuál es el destino de nuestro país con semejantes opciones... ¿de verdad esto es lo que merecemos? ¿este es el reflejo de México? No quiero sonar apocalíptica, pero se me ocurren muchas razones para pensar que así es. 




Guinevere McNamara
***

Me quiero portar lo más neutral posible y no favorecer a nadie, por lo que pongo las ligas que he encontrado con las propuestas de los pre-candidatos que más se han hecho notar: 


Por la izquierda, Partido de la Revolución Democrática (PRD). Andrés Manuel López Obrador:

Por la derecha, Partido Acción Nacional (PAN). Josefina Vázquez Mota:


Por la derecha, Partido Acción Nacional (PAN). Santiago Creel Miranda:

Por la derecha, Partido Acción Nacional (PAN). Ernesto Cordero Arroyo: